Los dolores de cabeza (cefaleas) y los problemas de sueño son los trastornos neurológicos más frecuentes en la población. Lo que quizá no es tan conocido es la relación entre ambas entidades. Cuando no dormimos bien, es habitual que al día siguiente experimentemos un dolor de cabeza. Sin embargo, el sueño no solo afecta si tenemos cefalea, sino también la severidad de esta. El desafío está en identificar si el problema principal es un trastorno del sueño que desencadena el dolor de cabeza o si, por el contrario, estamos ante una cefalea que no está directamente vinculada al sueño, como puede ser el caso de la migraña. En esta última situación, aunque la migraña tenga su propia causa, la falta de sueño o la mala calidad del mismo pueden empeorar significativamente los episodios.
En España, se estima que más de 5 millones de personas padecen migraña, y en muchas ocasiones no ha sido diagnosticada. De hecho, alrededor de la mitad de quienes sufren migraña también tienen dificultades para dormir, especialmente insomnio. Y esta relación no es unidireccional: quienes padecen insomnio también tienen un mayor riesgo de desarrollar migrañas. Además, la falta de sueño no solo aumenta la frecuencia de los dolores de cabeza, sino también su intensidad y el riesgo de que se vuelvan crónicos, lo que puede impactar gravemente la calidad de vida de las personas.
La relación entre ambos trastornos no se limita a datos estadísticos. Ambos comparten regiones del cerebro, vías nerviosas y neurotransmisores involucrados en su desarrollo. Por eso, abordar estos problemas de manera conjunta es clave para mejorar los síntomas y la calidad de vida.
En ocasiones, durante el sueño se producen patologías que a su vez causan (o agravan) las cefaleas. Así por ejemplo, los problemas respiratorios del sueño tienen una relación muy estrecha con las cefaleas. Muchos pacientes que padecen esta enfermedad se levantan por las mañanas con dolor de cabeza que tarda algunas horas en disminuir. Una vez se soluciona el problema respiratorio, la cefalea desaparece. También puede ocurrir que detrás de una migraña refractaria al tratamiento haya un problema respiratorio durante el sueño y que al tratar este último mejore la migraña.
Existen ciertos tipos de cefaleas que, aunque menos frecuentes, tienen una relación aún más estrecha con el sueño. En estos casos, los episodios de dolor ocurren casi exclusivamente, o en su mayoría, mientras dormimos. Dos ejemplos claros de esto son la cefalea hípnica y la cefalea en racimos.
En la cefalea hípnica, los ataques ocurren solo durante el sueño nocturno. Aunque no suelen ser muy intensos, son recurrentes y molestos. En cambio, la cefalea en racimos se distingue por episodios de dolor extremadamente intenso, que suelen presentarse mayoritariamente durante el sueño, y a veces exclusivamente mientras se duerme.
Hay teorías que sugieren que estos pacientes podrían tener un trastorno del ritmo circadiano o del sueño subyacente. Además, se ha observado una mayor prevalencia de apnea del sueño en quienes sufren cefalea en racimos, por lo que es recomendable realizar estudios para descartar esta condición.
Existen otros trastornos del sueño que también están relacionados con los dolores de cabeza. Uno de ellos es el síndrome de piernas inquietas, un problema que se presenta con mayor frecuencia en personas que sufren migrañas. Este síndrome puede desencadenar cefaleas nocturnas, afectando tanto la calidad del sueño como el bienestar general.
El bruxismo, que es el hábito de apretar o rechinar los dientes mientras dormimos, es otra condición que puede causar dolores de cabeza o agravar las cefaleas preexistentes, como las migrañas. Es fundamental identificar y tratar el bruxismo si está presente, ya que puede ser un factor clave en la perpetuación o empeoramiento de los dolores de cabeza.
Adoptar una visión integral de la salud es esencial. Es decir, reconocer que el sueño y las cefaleas están profundamente interrelacionados. De hecho, se ha demostrado que, al abordar y mejorar los problemas del sueño, los dolores de cabeza tienden a disminuir, y viceversa. Un enfoque completo puede mejorar significativamente la calidad de vida.
Muchos dolores de cabeza se originan durante el sueño, o su intensidad es directamente modulada por el sueño. Así, mejorando el sueño mejora también la cefalea y con ello, su calidad de vida. Por todo ello, es importante que ambos procesos, dolor y sueño, sean investigados y tratados en paralelo.