Prácticas de nuestra higiene del sueño que nunca debemos olvidar
La definición más usada de la higiene del sueño nos refiere a práctica que consiste en seguir ciertas recomendaciones que permiten asegurarnos un sueño más descansado y efectivo que promueva el estado de alerta diurno y ayude a evitarnos ciertos trastornos del sueño como el insomnio, parasomnia y alteraciones varias.
Aunque muchas personas no le dan la importancia que corresponde, los efectos negativos de una mala higiene del sueño son bastante grandes y pueden desencadenar en otros trastornos que en definitiva irán en detrimento de nuestra calidad de vida.
De manera preocupante manifiestan los investigadores que principalmente la falta de sueño debilita nuestro sistema inmune, lo cual se puede traducir en diversas enfermedades, ya que al bajar las defensas nuestro cuerpo está expuesto a contraer diversas infecciones. Por otro lado, diversos estudios, el no dormir lo suficiente se asocia significativamente con la diabetes, hipertensión, las enfermedades de corazón y la obesidad. Aunado a todo esto se encuentran otras contras demostradas como que un mal dormir puede reducir la capacidad de asimilar conocimientos ya que las regiones cerebrales implicadas en el almacenaje no funcionan de forma correcta durante la falta de sueño.
Por todo lo antes expuesto es que es siempre esencial recordar algunas consideraciones que nos permiten mejorar la buena práctica de nuestra higiene del sueño, recordando siempre que en el caso de existir algún trastorno del sueño, es necesario buscar ayuda médica para así poder descartar que o se relacione a alguna otra patología, principalmente al estrés.
Para la práctica de una Higiene del sueño adecuada se recomienda entre otras cosas:
– Evitar tomar sustancias excitantes a partir de media tarde: No consumir café, bebidas azucaradas, tabaco y cacao. Estos pueden influir en el sueño o hacer que despiertes antes.
– Levantarse todos los días a la misma hora: La idea es educar el sueño, ya que un desorden produce efectos negativos en nuestro rendimiento diario.
– Evitar el sedentarismo: Los ejercicios nos hacen liberar toxinas, descargando así las tensiones. Es recomendable practicar hacerlo al menos un par de horas antes de dormir.
– Propiciar un ambiente adecuado: para eso se debe evitar la luz excesiva y los ruidos altos, también es necesario contar con una temperatura adecuada.
– Mantener los problemas lejos de la cama: Anotar en un cuaderno las tareas o temas pendientes para poder acostarse tranquilos y no estar con pensamientos que no te dejen tranquilo.
– Evitar tener televisión en el dormitorio: Esto ayudará a ir bajando la intensidad de la luz y los estímulos y poder lograr una tranquilidad que nos prepare para el sueño.
– Levantarse de la cama en cuanto despierte en la mañana: Es muy aconsejable no quedarse leyendo o hacer el desayuno en la cama, ya que esto puede provocar la sensación de necesitar descansar más y se genera más cansancio.
– Evitar cenas abundantes y excesivamente condimentadas: dormir con el estómago pesado, hace que se provoque un constante malestar que no deja descansar. Esto también sucede con los condimentos, los cuales tienen un efecto estimulante que provoca un mal sueño.
Lamentablemente estos aspectos prácticos muchas veces son ignorados y nunca utilizados, pero son parte fundamental en el cuidado de nuestro organismo.