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Nuestra-Calidad-de-Sueno-y-el-Sindrome-de-Piernas-Inquietas

Nuestra calidad de sueño y el síndrome de piernas inquietas

18 julio 2022

Cuando sentimos hormigueo, desesperación y cosquilleo en las piernas al acostarnos, y que esta sensación nos impida dormir, estamos en presencia de síntomas claros de un trastorno del sueño denominado síndrome de piernas inquietas (SPI) que, de no ser tratado oportunamente, puede impactar en la calidad de nuestro sueño y por ende de nuestra vida.

El síndrome de las piernas inquietas, también es conocido como la enfermedad de Willis-Ekbom, se ha determinado que comienza a cualquier edad y generalmente empeora con el paso del tiempo. Puede interrumpir nuestro sueño, lo que va indudablemente a interferir en nuestras actividades diarias.

El SPI (por sus siglas en inglés) se caracteriza por sensaciones en las piernas, que referimos como desesperación o nerviosismo, y se acompañan por el impulso de moverlas para tratar de tener un poco de alivio y descansar. Los afectados dicen sentir cierta quemazón o insectos subiendo por el interior. Este síndrome tiene la particularidad de que los síntomas se disparan justo al acostarnos e intentamos relajarnos, lo sin duda nos origina problemas para conciliar y mantener el sueño.

Diferentes estudios han demostrado que es normal movernos aproximadamente cada hora mientras dormimos, pues no es posible permanecer en la misma posición durante todas las ocho horas continuas; lo que no es adecuado es que se presente la sintomatología referida, que generalmente se vincula con nuestro insomnio y, en consecuencia, el cansancio, somnolencia lo que definitivamente deteriora la calidad de nuestras vidas.

El síndrome se acompaña de nerviosismo y ansiedad, asociados al hecho de ir a acostarnos debido a los malestares que, pensamos, seguramente se presentarán; eso impide indudablemente, que tengamos un sueño reparador y, por lo tanto, al día siguiente nos encontremos cansados, somnolientos e irritables.

En cuanto las causas del SPI, se determina que es más común en adultos mayores: lesión en la médula espinal, anemia, disfunción renal o alguna enfermedad neurológica como el mal de Parkinson; también se puede presentar en pacientes diabéticos que tienen neuropatía periférica.

Existen diversos tratamientos, como medicamentos útiles para mejorar la producción de dopamina, además de ejercicios y estiramientos antes de acostarse, sobre todo de los músculos de las piernas, y por supuesto mantener una adecuada higiene del sueño.

Evite las comidas pesadas cerca de la hora de acostarse. Un refrigerio liviano puede ayudarle a dormir.

Destine tiempo para solucionar problemas al comienzo del día, de modo que no se vaya a dormir con pensamientos ansiosos. Pruebe a anotar sus preocupaciones en un “diario de preocupaciones” y, luego, apártelo bastante antes de la hora de acostarse.

Es recomendable hacer actividades relajantes antes de la hora de acostarnos. Podemos probar hacer ejercicios de respiración profunda, yoga, meditación, tai chi o técnicas de relajación muscular.

Reduzcamos el ruido en el hogar o tratemos de disimularlo con un ruido bajo constante, como el de un ventilador a baja velocidad o el de una radio sintonizada en interferencia.

El ejercicio regular es importante, pero los programas de ejercicios muy intensos pueden empeorar los síntomas del síndrome. Tratemos de definir qué nivel de ejercicio funciona para aliviar sus síntomas y cuál los empeora.

Bañarnos con agua fría o caliente antes de la hora de acostarnos puede ayudar. O bien, podemos probar a usar una bolsa con hielo o una almohadilla térmica. Algunas personas descubren que tener una almohadilla de colchón térmica en la cama ayuda.

Es posible que podamos controlar sus síntomas estirando suavemente y masajeando las extremidades antes de acostarnos o cuando comienza la incomodidad.

Finalmente, si sus síntomas no mejoran, hablarlo con nuestros médicos es lo más aconsejable, le podremos ayudar a buscar la solución definitiva a este trastorno del sueño y ayudarle a retomar su calidad del sueño.

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