La Estimulación Magnética Transcraneal (EMT) mejor conocida como neuromodulación magnética (NM) es un tratamiento no farmacológico y no invasivo con múltiples aplicaciones en el tratamiento de trastornos neurológicos y psiquiátricos.
Además, existen múltiples investigaciones con resultados muy positivos acerca de la utilidad de la neuromodulación para tratar trastornos del sueño. Desde el Instituto del Sueño potenciamos su aplicación, encontrándonos a la vanguardia en este campo y contando con dilatada experiencia.
Su funcionamiento se basa en la aplicación de un campo magnético sobre diferentes regiones craneales, que a la vez se corresponden con las distintas áreas cerebrales encargadas de una determinada tarea o función. Inicialmente se debe crear un mapa de localización, que nos permita tener una diana de tratamiento. Posteriormente se aplica el estímulo magnético, focalizado en la región a tratar. La frecuencia del estímulo permite potenciar o debilitar conexiones neuronales con un determinado fin, y basado en esto producir una “reconformación” en la conectividad neuronal, lo cual es el objetivo del tratamiento mediante NM.
El procedimiento es indoloro. El paciente que lo recibirá únicamente puede percibir un sonido tipo “click” emitido por el estimulador al emitir el pulso.
Para lograr la remodelación en circuitos neuronales en general se deben aplicar varias sesiones de NM de forma más o menos consecutiva (por ejemplo protocolos de lunes a viernes durante dos semanas), ya que de esta manera se aumenta significativa su efectividad. En este sentido podemos entenderlo mejor imaginando que se trata de un “entrenamiento pasivo” para nuestro cerebro, y al igual que ocurre cuando hacemos ejercicio, el hacerlo de forma regular es lo que va a fortalecer esa parte en cuestión.
Pese a que la NM se conoce desde hace más de 30 años, en los últimos años han surgido cada vez más líneas de investigación sobre ella, ya que su perfil no farmacológico, indoloro y libre de efectos secundarios la hace sumamente útil como herramienta terapéutica.
Su uso clásico fundamental es la depresión, para lo cual está aprobado por la FDA.
Recientemente hemos desarrollado protocolos para:
Insomnio
Ansiedad
Síndrome de Piernas Inquietas
Rehabilitación post-ictus
Temblor relacionado con enfermedad de Parkinson
Dolor crónico
Trastorno obsesivo-compulsivo
Bruxismo
Cefaleas o tabaquismo/adicciones…
Por su perfil de seguridad no existen grandes restricciones.
Cada tratamiento debe ser individual, así como el número de sesiones que se deban realizar. En promedio cada sesión suele estar en torno a los 15-45 minutos. Tras cada sesión el paciente puede ir normalmente a casa y por supuesto hacer vida absolutamente normal.
En el siguiente gráfico podemos ver cómo se remodela y fortalece el circuito neuronal con cada sesión de tratamiento.
Su eficacia ha quedado demostrada en muchos de los trastornos previamente mencionados, por ejemplo depresión. Por su perfil de seguridad, ya que no tiene efectos adversos, se puede aplicar en múltiples circunstancias, ya que es muy probable lograr una mejoría. Sin embargo, el grado de mejoría puede ser variable en cada individuo, tal como ocurre con otros tratamientos por ejemplo basados en fármacos. Otras veces se produce una mejoría parcial, por lo que puede recomendarse ampliar el número de sesiones para consolidar resultado.
También puede ser aplicado de forma periódica (una vez al mes, un ciclo cada tres meses, etc) en función de las necesidades que presente cada individuo.