“El sueño en la sexualidad”
Dormir es imprescindible para nuestro funcionamiento físico y mental. Pero no se trata sólo de dormir, sino de dormir bien, de tener un sueño de calidad. A mayor calidad de sueño, mejor rendimiento en todas nuestras actividades diarias. En todas. También en lo que respecta a nuestra esfera sexual: a mayor calidad de sueño, mayor y mejor respuesta sexual.
Así lo mantiene un reciente estudio publicado en la revista científica The Journal Sexual of Medicine después de observar durante 14 días consecutivos el sueño de 171 mujeres que no tomaban ningún fármaco para conciliar el sueño. Las mujeres que durmieron más dijeron tener más deseo sexual al día siguiente. Los datos reflejaron que las mujeres que incrementan el tiempo de sueño en una hora, incrementan a su vez la líbido en al menos un 14%. Por otra parte, las mujeres que durmieron más refirieron también tener mejor excitación genital que las mujeres que durmieron menos tiempo. Los datos de esta investigación, según afirma David Kalmbach, investigador de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Michigan y autor principal del estudio, indican que la falta de sueño puede reducir el deseo sexual y la excitación.
Uno de los mayores hallazgos de este estudio, explica a EL MUNDO el doctor Diego García-Borreguero, director del Instituto de Investigaciones del Sueño (IIS) es que el efecto de la falta de sueño sobre la actividad sexual en mujeres parece ser directo. Por otro lado, otro dato importante es “la presencia de trastornos del sueño que reduzcan significativamente la cantidad o la calidad del sueño suele traducirse a su vez en una menor líbido y una menor capacidad de estimulación sexual”, señala.
Influye en las hormonas sexuales
Existe poca investigación sobre el tema, y las investigaciones han sido más frecuentes en hombres que en mujeres. “Se necesitan más estudios y con una mayor población”, afirma Gonzalo Pin Arboledas, especialista de la Unidad del Sueño de Hospital Quirón Valencia. Según los datos disponibles, apunta este profesional, la fase de sueño REM es fundamental para nuestra recuperación psíquica, afectiva y emocional. Y esta buena recuperación emocional influye, evidentemente, en el deseo sexual así como en la sensibilidad genital, debido a los cambios vasculares.
La privación de sueño, añade por su parte el doctor García-Borreguero, produce alteraciones metabólicas importantes, y éstas afectan a diversos sistemas hormonales, entre los que se encuentran las hormonas sexuales. Existen pocos estudios científicos sobre el tema, confirma este profesional, y los estudios en hombres sobre relación sueño-sexo han sido más analizados que en mujeres. Quizá, opina este facultativo, porque la regulación hormonal de la conducta sexual del hombre resulta menos complicada de estudiar, al depender fundamentalmente de las variaciones hormonales de la testosterona.
Según explica el director del IIS, en hombres, la falta de sueño produce una disminución importante de los niveles plasmáticos de testosterona, lo cual lleva tanto a cambios en la conducta sexual como una disminución de la producción de espermatozoides. Por su parte, la conducta sexual de la mujer viene condicionada por un equilibrio entre la secreción de estrógenos, progesterona y testosterona.
El sueño afecta a la secreción de hormonas sexuales, prosigue el experto, y alteraciones en estas hormonas, como por ejemplo, el caso de mujeres con desajustes hormonales, pueden a su vez, tener consecuencias directas sobre el ciclo sueño-vigilia. Así, indica, “a lo largo del ciclo menstrual, el insomnio es más frecuente en aquellas mujeres en las que el incremento de secreción de progesterona durante la fase folicular es más rápido, dando lugar a síntomas premenstruales”. En cualquier caso, insiste el doctor, la privación de sueño en la mujer da lugar a cambios en la secreción no solamente de testosterona, sino también en la de estrógenos y progesterona. Y todo esto tiene repercusiones tanto sobre la función sexual como sobre la líbido.
Efectos del sueño
Tal como se ha demostrado, “el sueño reparador y de una duración suficiente repercute en el bienestar general del sujeto”, afirma Milagros Merino Andreu, especialista de la Unidad de Trastornos Neurológicos del Sueño del Hospital Universitario La Paz y del Programa de Medicina del Sueño del Hospital Rúber Internacional, ambos en Madrid.
Dormir poco y mal afecta a todas las áreas vitales del ser humano. Según explica esta especialista, a nivel físico, las consecuencias se reflejan con la aparición de diferentes enfermedades o agravamiento de las ya existentes. Pero también existen consecuencias a nivel emocional, cognitivo y conductual, “que condicionan limitaciones en la esfera personal, familiar, social, laboral y escolar”, indica. La falta de horas de sueño o la pérdida de su calidad, añade García-Borreguero, afecta a la regulación del estado de ánimo y produce fatiga, además de síntomas neurocognitivos, como son las alteraciones de concentración, de memoria, de aprendizaje o de utilización de las funciones cognitivas.
También la falta de sueño produce a medio plazo tanto alteraciones hormonales, como las metabólicas, y predispone también a algunas enfermedades neurológicas. Del mismo modo, añade Pin Arboledas, los trastornos del ánimo (depresión-ansiedad) están relacionados con alteraciones del sueño, cerrando el círculo de afectación sexual.
Por su parte, las alteraciones más frecuentes del sueño, como son, entre otros, los trastornos respiratorios, el insomnio o alteraciones del ritmo circadiano, “conllevan casi todas, alteraciones cardiovasculares y pérdida en muchos casos de la continuidad de sueño que afectan el apetito sexual”, señala Pin Arboledas. Así, las personas con insomnio o con patologías como la apnea del sueño, indica García-Borreguero, suelen referir, entre otras cosas afecciones, una disminución importante de la actividad sexual. “Con frecuencia, este tipo de paciente reduce su actividad física diurna y aumenta su índice de masa corporal, creándose un círculo vicioso sobre el que actúan además una pérdida de energía, un enlentecimiento de algunas funciones metabólicas y una disminución del estado de ánimo”, afirma.
A pesar de los pocos estudios en mujeres, los datos disponibles por el momento, señalan que la calidad del sueño afecta al funcionamiento sexual. El sueño suficiente y reparador, concluye la doctora Merino, “es crucial para el mantenimiento de una función sexual sana, tanto en hombres como en mujeres. Y una sexualidad sana repercute positivamente en todas las funciones psicobiológicas del sujeto”.
Artículo publicado en www.elmundo.es, el 4/5/2015, por Beatriz G. Portalatín