La relación entre las cefaleas y el sueño es múltiple: A menudo las cefaleas son un síntoma secundario a un trastorno del sueño. Así, la cefalea tensional es frecuente en el insomnio y en las alteraciones del ritmo sueño-vigilia. Cerca del 75% de las personas que padecen narcolepsia se quejan de migraña o de cefalea en racimo, que se producen en la transición entre la fase REM y otras fases de sueño. Por otro lado, la cefalea hípnica despierta a las personas principalmente por la noche o en las siestas diurnas. Finalmente, la hipoxemia que se produce en las personas con apnea del sueño puede a su vez desencadenar cefaleas temprano por la mañana.
Obtener la cantidad adecuada de sueño puede contribuir a aliviar el dolor de la cefalea, ya que tanto un déficit como un exceso de sueño pueden producirlas o empeorarlas. Las siestas diurnas que a menudo reducen el sueño profundo por la noche, pueden a su vez favorecer cefaleas en algunos adultos.
Existe una clara relación del sueño con la migraña, que además abarca amplios y diversos aspectos. La variación del ritmo de sueño, sea por exceso o por defecto, se reconoce como desencadenante de crisis. Aproximadamente la mitad de los pacientes con migraña manifiestan dificultad a la hora de iniciar o mantener el sueño; el 38% duerme una media de 6 horas o menos por noche, y existe, en coincidencia de este trastorno, un incremento significativo de la frecuencia y gravedad de las crisis de migraña, con un 71% de cefaleas al despertar.
Por otro lado, los pacientes con migraña presentan con frecuencia somnolencia excesiva durante el día (14% frente a un 5% de los controles), y es posible que la somnolencia diurna excesiva sea consecuencia directa de la propia migraña. También aparece somnolencia, entre los denominados síntomas premonitorios de la migraña (muchos pacientes presentan al inicio de la crisis bostezos repetidos e incontenibles). Una alteración del nivel de vigilia que puede variar desde la somnolencia hasta el coma profundo, se describe entre las manifestaciones sintomáticas del aura basilar. Existe, además, una relación terapéutica, dado que dormir es una de las principales formas de resolución del ataque de migraña.
La mayoría de personas, cuando duermen más o menos de lo que es su hábito, presentan al despertar una cefalea moderada que suele ceder al iniciar la actividad, pero en el individuo predispuesto, esta cefalea puede evolucionar al pleno desarrollo de una crisis. Reconocen este hecho, como propio, hasta un 35% de los pacientes migrañosos.
El sueño puede ser un activador de algunos tipos de cefalea: La cefalea hípnica, la cefalea en racimos y la hemicránea paroxística crónica suceden durante ataques nocturnos característicos. Posiblemente los ataques nocturnos de estas cefaleas se producen desde el sueño REM, ya que parece que los pacientes que tienen ataques de migraña al despertar lo hacen desde esta fase de sueño. La migraña se puede desencadenar tras dormir más o menos horas de lo habitual, como sucede en la cefalea de fin de semana.
Algunos trastornos de sueño como el Insomnio y el Síndrome de Apnea Obstructiva del Sueño producen cefalea como uno de sus síntomas diurnos. Los pacientes que sufren estas patologías, suelen quejarse de cefaleas matutinas, leves, bifrontales y opresivas, que disminuyen a lo largo de la mañana.
Son frecuentes la parasomnias (alteraciones de la conducta durante el sueño) en los niños migrañosos y ciertas alteraciones de los ritmos circadianos en los adultos con migrañas.
Aunque parece haber una clara relación entre el sueño y la migraña, los mecanismos implicados requieren muchos más investigación. Hasta el momento, se sospecha que muchas de las estructuras neuronales (núcleo supra-quiasmático) implicadas en el ciclo sueño-vigilia y otros ritmos circadianos y en el control de las diversas fases del sueño (núcleos troncoencefálicos) parecen ser también responsables (cuando están alteradas o mal reguladas) de la periodicidad y génesis de los ataques de ciertas cefaleas primarias episódicas, siendo la cefalea en racimos y la migraña las más características.
Por todo lo expuesto, el abordaje del tratamiento de las cefaleas y de los trastornos del sueño debe de ser común. No hay que olvidar una valoración del sueño del paciente que sufre cefalea, ya que el tratamiento profiláctico de estos trastornos puede requerir comenzar por el tratamiento de sus alteraciones de sueño. Así mismo, es de capital importancia valorar y tratar los factores psicopatológicos (ansiedad y depresión) del paciente, que muy frecuentemente suelen coexistir con estos problemas (como causa y consecuencia de los mismos). Es también fundamental valorar la existencia de posibles factores desencadenantes de las crisis: Si existiese un claro factor desencadenante de las crisis de migraña habrá que evitarlo. Los más habituales son los cambios en el ritmo de sueño debidos al trabajo a turnos y la reducción o aumento de las horas de sueño típicas de los fines de semana. En ocasiones, la simple higiene del sueño puede reducir de forma significativa el número de crisis y hacer que el tratamiento farmacológico sea innecesario. En otras, particularmente cuando coexiste una patología del sueño, el abordaje debe de ser realizado de manera conjunta.