LA LUZ EN LA HABITACIÓN
¿Recordáis el artículo sobre LOS CONDICIONANTES DEL SUEÑO?, pues uno de los condicionantes del sueño que puede no ayudar a que los niños se duerman son las luces en la habitación.
Las hay de muchos tipos, las típicas lucecitas que son enchufes, las bolas que giran y proyectan estrellas en toda la habitación, cojines con luces…yo recuerdo que de pequeña existía un gusanito que emitía luz.
En este ir y venir decorativo con el que pretendemos hacer de la habitación de nuestros hijos un lugar cálido, bonito y acogedor, podemos acostumbrar a los niños a unas determinadas condiciones que en un momento determinado se nos vuelve en contra.
A priori, que se queden dormidos con el punto de luz dentro de su habitación nos puede ayudar, pero ¿quién nos asegura que el día que no esté porque estamos de viaje o porque se ha estropeado o porque la desenchufamos a mitad de la noche y el niño se desvela, no se convierte en un problema?
Por supuesto que soy partidaria de hacer las cosas lo más fácil posible, pero esto no quiere decir que acepte cualquiera medida que a lo largo del camino se me pueda volver en contra, favoreciendo despertares y desgaste emocional sin necesidad.
Por eso, mi consejo, como explico en mi libro “Cómo Ayudar a los Niños a Dormir. Técnica del Acompañamiento”, es muy simple, una luz indirecta que provenga de una habitación algo alejada, para que al irse a dormir no sea una inmersión absoluta en la oscuridad y que irá desapareciendo a medida que el niño vaya aprendiendo que esa situación es relajante y contraria al temor que en un principio pueden sentir.
Sólo así, los niños que se despierten a lo largo de la noche, no necesitarán del estímulo visual para poder quedarse dormidos de nuevo y no se convierta en un problema cada vez mayor.
Sonia Esquinas para el IIS